Vientos de soberbia patriótica

No soy español, pero llevo mucho de ello en mis genes y en mi cultura como para negar empatía. Tampoco soy argentino, pero son muchos los amigos de allí. Y hay tanta música y literatura de esa tierra que amo que no puedo negar simpatía.
Sé que Repsol no es España. Sé que es solo una multinacional con sede en España, con la mayoría de sus accionistas radicado en el exterior y con trece filiales en paraísos fiscales. Y no es precisamente un paradigma de modelo energético a favor de la biodiversidad. Pero de eso a vincular a Repsol con Juan Gregorio Bazán, va un buen trecho. Está claro y libre de plomo que son explotadores capitalistas. Y al igual que con la mayoría de los políticos españoles incluyendo a su alteza real, si hacemos una encuesta con Repsol, muchos en esta tierra de Cervantes dirán junto con los perroflautas: no, nos representan.
Sé también que Cristina Elizabet Fernández fue democráticamente elegida para la presidencia de Argentina con el cincuenta y cuatro porciento de los votos. Y no se le puede negar a esta nieta de gallegos su positiva gestión en pro de los derechos humanos y sus bien intencionadas políticas distributivas. Pero sé también que una milanesa para todos, no es la gran nación argentina.
Pero confieso que padezco una alergia antigua y visceral, nacida de una muy dura exposición ambiental, al uso siempre manipulador del populismo y el nacionalismo en función del oportunismo político. Es la burda e intencionada distorsión del mensaje en beneficio de la demagogia barata que, para desgracia de muchos, siempre cuela. Porque no voy a hablar de maletas de dinero, ni de provincias petroleras en Argentina. Tampoco voy a entrar en detalles de cómo se explotará el nuevo yacimiento de Vaca Muerta haciendo fractura hidráulica; producción y contaminación garantizadas. Porque ese es el suelo argentino, es la patria y les pertenece solo a los argentinos. Tristemente, el comunismo y el fascismo han compartido el amor con distintos talantes por ese nacionalismo económico, ahora nuevamente de moda en algunos países latinoamericanos, pero eso sí, vestido de reivindicación social.
Tampoco quiero entrar en detalles de amigos cercanos de la presidenta que se hacen con viceministerios argentinos. Que de enchufes, oportunismo, corruptelas y prevaricación, estamos sentando escuela en España. Ni tampoco importa que el tal viceministro sea accionista principal en esa línea aérea fundada por Perón, que ahora es más celeste y blanca que nunca pero que aún le debe dinero a Marsans, otro capitalista español.
No, Repsol no es España. Ni Cristina es Argentina. Pero Cristina es abogada y perito mercantil. Y los dos sabemos que los negocios no se cierran así. Que ni Argentina ni Repsol son un tambo.
En pocos días he visto levantarse, aupados por la soberbia patriótica, vientos borrascosos a un lado y otro del Atlántico. Vientos donde la razón y el buen juicio crítico son nulos y que pueden destruir afectos, separar familias, incitar al odio. Es la Guerra de las Repsolinas y en las guerras todos pierden.
Por mi parte yo no quiero guerras. Pero tengo muy claro que no estoy del lado de fanáticos, patriotas, manipuladores, oportunistas y mentirosos.

Acerca de doctorphrenos

Médico, siquiatra, administrador de salud, demócrata, hablador de oficio y escritor por afición.

Publicado el abril 27, 2012 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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